Qué significa...

Incertidumbre

¿Qué es la incertidumbre?

En términos generales y según la RAE, incertidumbre es la falta de certeza, que ocasiona duda o indecisión en las cosas. Este término es muy utilizado en el contexto climático. Pese a que el cambio climático cuenta con el aval científico, la proyección de escenarios de futuro está rodeada de incertidumbre.

Según el IPCC, llamamos incertidumbre al “estado de conocimiento incompleto que puede deberse a una falta de información o a un desacuerdo con respecto a lo que es conocido o comprensible.”

La incertidumbre puede reflejar distintas situaciones: desde la imprecisión en los datos hasta una comprensión incompleta de los procesos críticos, o una proyección incierta del comportamiento humano.

Por ello, la incertidumbre puede representarse mediante valores cuantitativos (p. ej., una función de densidad de probabilidad) o mediante aspectos cualitativos (que reflejen, por ejemplo, una apreciación de un equipo de expertos).

Es cierto que contamos con modelos de simulación cada vez más complejos que nos ofrecen un mayor nivel de certeza, pero aún así, las proyecciones climáticas llevan asociada incertidumbre.

Las distintas simulaciones ofrecen una serie de probables escenarios futuros y también una incertidumbre que debemos entender y aceptar. Este proceso es esencial para poder establecer medidas de mitigación del cambio climático o de preparación y adaptación a las circunstancias futuras.

¿Qué factores contribuyen a la incertidumbre en las proyecciones climáticas?

Los modelos del IPCC utilizados para calcular, por ejemplo, las proyecciones de la temperatura, coinciden en el rumbo que seguirán los cambios globales en el futuro.

Sin embargo, no es posible predecir con precisión absoluta la magnitud de esos cambios. La variedad de escenarios posibles que las tasas de emisión de gases de efecto invernadero pueden seguir, sumada al conocimiento impreciso de algunos procesos físicos, dificultan su modelización.

Estos factores desencadenan en incertidumbres que, combinadas con la variabilidad climática natural y el error en la obtención de datos, producen un “intervalo de incertidumbre” en las proyecciones climáticas.

No es posible reducir el intervalo de incertidumbre vinculado a las proyecciones de, por ejemplo, las emisiones de los gases de efecto invernadero y aerosoles, ya que a su vez, dependen de las proyecciones de las condiciones sociales y económicas en el futuro.

Sin embargo, una mejor comprensión del sistema climático y modelos climáticos más avanzados, junto con observaciones cada vez más completas, sí que podrían reducir ese intervalo de incertidumbre asociada a las proyecciones climáticas.

La incertidumbre en las proyecciones climáticas se deriva por tanto, de la variabilidad natural, de las tasas de emisión en el futuro y de la respuesta del clima a ellas. También puede derivarse de carencias de exactitud en las representaciones de algunos procesos conocidos, de la exclusión de algunos procesos en los modelos y de los errores asociados a los datos de observaciones que se introducen en los modelos.

La variabilidad natural del sistema climático tiene mayor incidencia en la incertidumbre a escala regional y local que a escala continental o global. Es propia del sistema pero, un mayor conocimiento sobre ella no elimina las incertidumbres que acarrea. Este tipo de variabilidad se define de forma independiente a la variabilidad externa que es debida a forzamientos de tipo natural o antropogénico.

Otra fuente de incertidumbre proviene de las numerosas trayectorias posibles que las futuras tasas de emisión de los gases de efecto invernadero y los aerosoles pueden seguir, así como de las tendencias del uso del suelo en el futuro.

También contribuye a ese intervalo de incertidumbre nuestro conocimiento insuficiente sobre la manera en que el clima responderá ante las emisiones antropógenas y el cambio de uso del suelo en el futuro.

Existen varias docenas de modelos sobre el clima global, elaborados por grupos de investigación científica de todo el mundo. Todos los modelos se basan en los mismos principios físicos, pero el carácter sumamente complejo del sistema climático hace necesario el uso de algunas aproximaciones.

Los científicos del clima eligen aproximaciones ligeramente diferentes para representar procesos específicos en la atmósfera, como por ejemplo la cobertura nubosa. Así pues, se obtienen diferencias en las proyecciones climáticas creadas con modelos diferentes. Esta contribución al intervalo de incertidumbre se conoce como “incertidumbre de la respuesta” o “incertidumbre del modelo”.

Hay incertidumbres inevitables en los forzamientos externos futuros, así como en la respuesta del sistema climático a éstos, que se suman a la incertidumbre intrínseca a la variabilidad natural del sistema climático. Es habitual utilizar múltiples escenarios y modelos para evaluar y caracterizar estas incertidumbres. Esto nos permite describir un abanico amplio de posibles evoluciones del clima futuro.

Cómo interpretar la incertidumbre

En 1987, Lindley afirmó: “La única descripción satisfactoria de la incertidumbre es la probabilidad. Esto quiere decir que toda afirmación incierta, debe estar en forma de una probabilidad, que varias incertidumbres deben ser combinadas usando las reglas de la probabilidad, y que el cálculo de probabilidades es adecuado para manejar situaciones que implican incertidumbre. En particular, las descripciones alternativas de la incertidumbre son innecesarias.”

La incertidumbre expresada en términos probabilísticos por tanto, no es una muestra de debilidad, sino un instrumento que permite comunicar esas estimaciones de manera transparente, sin comprometer la investigación científica con otro tipo de cuestiones.
No se puede afirmar entonces, que la incertidumbre de los resultados en las proyecciones de futuro implica una falta de argumentos que confirmen el cambio climático.

Los estudios de incertidumbre en los informes sobre cambio climático no se llevan a cabo para establecer la certeza del fenómeno, sino para informar de la calidad de los modelos utilizados y de los resultados obtenidos. Es por tanto, una muestra de transparencia que permite mantener la investigación científica lejos de otros factores de distinta índole (sociales o políticos, por ejemplo).

La incertidumbre se ha convertido en un argumento para desacreditar y dudar de la ciencia del clima y para retrasar las respuestas políticas. Sin embargo, las conclusiones extraídas del IPCC permiten convertir la incertidumbre de los informes en una herramienta para conseguir las proyecciones más acertadas posibles.